Ya en el Barranco de Guayadeque y en espera del resto de amigos que esperábamos, nos comíamos un buen bocata de chorizo de Teror.
Más tarde llegaba Andy y Pablo y algo más tarde Ana y D. Juan Ojeda, comenzamos a poner el brasero en funcionamiento y luego ya todo iba rodado. Teníamos a un argentino de nacimiento nacionalizado español que al fuego es un fuera de serie como buen argentino, la carne un verdadera delicia. Allí compartimos buenas charlas, risas, y entre otras cosas cuatro botellas de vino tinto de Rioja que fueron las culpables que me olvidara de sacar fotos. Fue tanto lo a gusto que me puse que tuve que dejar pasar un tiempo considerable para coger el coche en condiciones normales y óptimas.
Se pasó muy bien, tanto, que hemos acordado repetir a mediados del mes de abril. Este tipo de momentos debemos repetirlo con mayor frecuencia.
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